jueves, 23 de octubre de 2014

Con zapatitos de ayer...

    Qué divertido hacer payasadas siendo adulto, reírse sin parar, montar en los columpios del parque y comerte un helado de cucurucho sabor chocolate. Correr por la playa y hacer castillos de arena, saltar las olas del mar y salpicar y salpicar y salpicar jejeje.

 

    Cuando tienes un hijo, sientes la necesidad de hacerle partícipe de todo lo bueno que puede ofrecer el mundo y lo que él mismo puede dar para cambiarlo y te vuelves otra vez pequeño. Pero, sobre todo, ocultarle el resto del mundo loco del universo.


    El niño, que sea niño.





Qué de colores a mi alrededor,
que de caras extrañas,
¿quién son?

Esas manos que me sujetan
y me lanzan hacia el cielo,
juego con las estrellas.

Me decís muchas cosas,
que aun no entiendo,
y sonrío por ello.

Noto el calor,
el amor y la dulzura,
en tus ojos, mamá.

Maravillosas palabras susurras,
en mis pequeños oídos,
canciones color púrpura.

En la noche descanso sin temor,
siento el latir
de tú corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario