martes, 23 de septiembre de 2014

Un día en la vida...

    Un día en la vida, según te pille el momento, triste, alegre, pensativo, imaginativo, trastornado e irreverente, de locuras mil, de pensamientos totalmente irracionales por los que sacudes la cabeza intentando volver a tú ser.
    De esos de sacudir, siempre he tenido bastantes. La locura infinita que te llena el alma, son algo así como una droga que engancha, siempre persigues sensaciones que te den algo para al final, poder decir que no.


    Encuentro en estas palabras, que expongo hoy,  mucho desencanto con el mundo. Cuando eres adolescente, tienes la creencia firme que puedes cambiar el mundo, un mundo lleno de injusticias, pero a medida que te vas haciendo mayor esa idea se va disipando entre tú propia vida y tus propios miedos y problemas. 

   Por eso admiro a la gente que sigue al pié de la brecha, a la gente anónima que lo da todo a pesar de los obstáculos, intentando que este mundo no se hunda entre tanta mierda.






UN DÍA EN LA VIDA

-I-

Amanece con la aurora púrpura, brillante,
un nuevo día desengañoso, triste.
Al acostarse parece que estés en el paraíso:
bellezas de la vida se pasean
por la mente aturdida de sensaciones,
de toda clase de percepciones.
Cuando te levantas todo es tan distinto
a lo que tú siempre hubieras deseado,
a todo lo que hubieses querido.

Aurora de vida, plenitud y belleza
permíteme que siga contemplando tú belleza.

-II-

Miras a través del cristal
empañado por las tristezas del mundo.
Levantas la cabeza
e intentas caminar con firmeza
para no sucumbir ante un sino dominante
¡ No flaquees, sigue adelante !
Rezas a un Dios par que, en este día,
puedas seguir hablando, respirando, riendo,
para que con su ayuda
puedas hacer felices a los demás.

¡ El amor de uno hace posible
la felicidad de todos!

-III-

Cuando abandonas la casa
tu altanería se encuentra por los suelos.
A medida que avanzas por la calle,
aunque siempre mirando el asfalto,
aun puedes arriesgarte a observar
ligeramente, tú alrededor.
Pero lo único que puedes ver,
es algo que tanto te asusta
que huyes, corres, abandonas.

¡ No se puede amar
con tristeza en el corazón!

-IV-

Al levantar la mirada
tan sólo ves manos, sí, manos.
Manos pidiendo comida, dinero, ayuda.
Andas temeroso de todo el mundo,
sin saber, que lo que más temes
eres tú mismo:
 Una persona que no entiende nada
pero que tiene el suficiente poder
como para hacer algo, socorrer.

¡ Dios mio, qué se debe hacer !

-V-

Vuelves a casa con el corazón...
con un corazón cambiado, inundado.
Con un sentimiento de culpabilidad
que casi no te deja respirar.
No sabes qué hacer,
te sientes incapaz de obrar.
Comes sin ganas, más tarde, vomitas,
porque recuerdas aquellos vistazos a la calle.
Te encuentras demasiado mal
para poder reaccionar de una cosa así.
Todos te preguntan sin hablar
y tú contestas con lágrimas en los ojos.

Te sientes muerto en vida
y vivo en tú muerte.

-VI-

Pasa el tiempo, tan largo como siempre,
pero es tan sólo un día.
Mientras comes, recuerdas,
mientras masticas, piensas.
Sin apetito, sesos cocidos
de otras personas que huyen,
de qué, de eso...
de eso que tanto te amarga
y te hace correr por sendas oscuras,
sin sentido.

Paraje quejumbroso, sombrío, triste.

-VII-

Nada es como era.
Un día todos son felices, amigos,
hoy nada.
Hoy desolado por las costumbres,
destrezas pasadas que no vuelven.
Quién sabe qué ocurrirá mañana,
pero, ¿y hoy? Hoy casi acaba.
Te destroza pensar que
tendrás que enfrentarte a un mundo 
tan cruel, que ha transformado
a todos los seres que te rodean.

Sólo quedas tú, tú mismo.
Penas, sed pasajeras.

-VIII-

Temblando con los ojos cerrados,
llorando, suplicando;
devuelve mundo, las almas
originales que el Dios nos dio.
El mundo gira y gira
y cada giro es distinto,
es una idea de progreso para el hombre.

¡ Mundo, déjame crecer !

-IX-

El ser humano crea, construye y después...
después huye porque ve el mal.
Ese mal que hay que pagar en vidas,
vidas humanas, llenas de plenitud antes,
ahora, completamente ensangrentadas.

¡ Rojo muerte, verde esperanza !

-X-

Al calor de mi hoguera,
nunca se enfrió mi fe
y en la noche más oscura,
mi sombra fue la luz guiadora.
Hacia ese camino diario,
tristemente he decidido,
cerrar las puertas del corazón
pues la muerte es lo único
que puede dar paz,

y por eso, en este momento:
Muero.


 


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