domingo, 17 de abril de 2016

Para la Madame

    Mi querida Madame Santal del Rayo Dorado:

    Mi nombre es Maruja y ha llegado hasta mis oídos, tú gran sabiduría y poder para resolver algunos casos. Lo cierto es que la vecina de Juana, la que el marido trabaja para el ayuntamiento, bueno, bueno... o eso dice, mira que no me creo nada, ese hombre es más vago que la chaqueta de un guardia, le dijo su prima Maribel, la del pueblo, sí la que tenía antes el kiosko y ponía al día a todo el que pasara a recoger la revista o el periódico, claro que no me extraña, porque teniendo un sitio tan bueno, podía cotillear a gusto todo lo que acontecía por allí. En fin, que a Maribel le comentó un hombre extranjero, de fuera fuera, vamos que parecía de ciudad grande, con traje y sombrero, que a su madre le había dicho una amiga que iba con ella al spa Maravillas, que otra amiga había oído hablar de tí.

    Mira voy a ir directa al asunto en cuestión. Y es que hace días creo que la prima Eugenia, que vivía justo debajo de mi casa, y digo vivía porque la amarga mujer, por fin nos deja descansar en paz. Todo el día dando golpes con la escoba, en cuanto me oída cantar un poco y qué es de los quehaceres del hogar, sin darle un poco a la voz... Y qué si tenía que llamar a Teodoro, mi hijo, a grito pelao por la ventana... El caso, es que desde que murió, las cosas se cambian de sitio solas, oigo pisadas por el pasillo de la casa, que sí, es de madera y cruje... pero creo que es otra cosa... Y para más temor, cada vez que pongo la radio cuando voy a fregar los cacharross, se apaga o se sintonizan las noticias...
   Ayuda por favor!!

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