viernes, 19 de febrero de 2016

Volviendo del Paraíso...

    He estado unos días de viaje, en Terceira, una isla de Las Azores, un maravilloso regalo de cumpleaños para unos maravillosos 40 que estreno hoy. Me traigo muchas palabras escritas, fotos que las han inspirado y seguro que inspirarán nuevas historias. También gente conocida ahí, con la que compartimos un día inolvidable y que nos dejaron un gran sabor de boca en este viaje.

    Os dejo unas palabras escritas en el avión de vuelta a casa.




    Como sardina enlatada, que no puede escapar a los olores, los ruidos, los debates acalorados por la espalda y al frente, sólo pensamientos que como los míos, se dejaban llevar... 

 

    Sólo unas horas separados del nuevo mundo descubierto y el deseo irrefrenable de volver a vivir, a sentir otra vez, el susurro del viento, el olor a verde, el sabor a mar...

 

    Su nombre escrito en la arena y nuestras manos unidas a su alrededor, mirando al horizonte, vaciando la mente, dejando libres los sentimientos, sellando, una vez más, el amor.

 

    Los días, las tardes y las noches, llenas de paseos, de rubor, de sudor, de pérdidas y reencuentros. Esas vistas, grabadas para siempre en la retina del alma, evocan paz...

 

    "Verde que te quiero, verde"... así es. Verdes prados que acogisteis mi cuerpo, acolchándolo, acariciándolo, descansando de ir y venir del tiempo estresado, del trabajo, de la rutina adquirida... de vivir.

 

    Y la vida te va dando y vas escogiendo... Quiero acertar, vida. ¡Ser feliz!



martes, 2 de febrero de 2016

Escalera Hacia el Cielo...

     Ayyy... Esos diablillos que vuelven de vez en cuando para susurrarte cositas al oído, tapan con esparadrapo la boca y atan de pies y manos, la coherencia y la sensatez. Aun siendo consciente del secuestro, te dejas llevar a lomos de los pequeños trastolillos, que hacen que parezca que vuelves a volar y a tomar las riendas del libre albedrío. Quizá alguna vez salga bien.



Sigo esas huellas plateadas

una tras otra, piso sobre ellas,

sin dudar, sin parar,

acelerando cada vez más el paso.


Sin mirar atrás...

ahí quedó la cordura del abrazo,

la dulzura del amor,

la textura de unos besos

cariñosos en boca y sabor.

 

Miro sus pies

y su brillo tan especial,

me ciega en esta noche oscura

... me dejo llevar.

 

Borré mis huellas en los pasos,

ya no hay vuelta atrás...

al amanecer,

 triste será el cantar.